Un 10 de abril del año 2024, hace ya más de un año, Lorenzo se encontraba junto a su abuela recorriendo las calles de la ciudad cuando, de forma inesperada, fue atropellado en la Avenida Juan Domingo Perón de la ciudad capital. En ese momento, el mundo se detuvo -tanto para el pequeño como para toda su familia- y su vida dio un giro drástico de 180º grados.
Como resultado del choque, el pequeño resultó con un traumatismo encéfalo craneal y debió ser intervenido de urgencia en el Hospital Regional de la capital provincial para luego ser derivado a un centro de mayor complejidad en la provincia de Buenos Aires. Lorenzo pasó de estar junto a su familia y compañeros a tener que pasar sus días dentro de salas de hospitales y rodeado de enfermeros y médicos.
Lorenzo pasó de tener una vida normal a tener que pasar sus días en salas de Hospital.
Sin embargo, el pequeño se aferró a la vida y a sus grandes ganas de vivir y, gracias a su fortaleza y al apoyo de su familia, Lorenzo pudo salir adelante. Debió atravesar, a lo largo de todo este año, seis intervenciones quirúrgicas y una larga recuperación por medio de la fisioterapia pero, finalmente, se recuperó y pudo volver a su casa, en donde su familia lo esperaba con ansias.
A pesar de que su familia era lo que más extrañaba, Lorenzo también anhelada una cosa más: poder volver a la escuela junto con sus compañeros y maestros. Ante esto, el joven ya recuperado decidió volver a la Escuela Provincial Primaria Nº46 de la ciudad de Río Gallegos en donde fue recibido por todos sus compañeros y profesores, quienes lo esperaban con un cálido abrazo y un aplauso inagotable.
En diálogo con un medio local, un familiar de Lorenzo se refirió a la bienvenida que le dieron al pequeño en la institución educativa: “Lo recibieron con tanta empatía y amor que emociona”, expresó su tía en referencia al momento inolvidable que vivió junto a su sobrino, maestras y compañeros.
El pronóstico del pequeño Lorenzo es alentador, a pesar de lo que en un principio se creía. Los profesionales médicos no auguraban un buen futuro para el joven ya que consideraban que existían grandes posibilidades de que el mismo no vuelva a caminar. Sin embargo, gracias a las terapias y al gran esfuerzo de la familia de Lorenzo y de él mismo, el joven continúa evolucionando favorablemente con la esperanza de que, algún día, pueda retomar la vida que dejó aquel 10 de abril del año 2024.
